lunes, 10 de diciembre de 2007

ROLLO La misión del cursillista

LA MISIÓN DEL CURSILLISTA HOY A LA LUZ DE APARECIDA

Ultreya Diocesana Diócesis de San José de Temuco
4 de noviembre de 2007

Arturo Hernández Sallés

Saludos, sacerdotes, diáconos, miembros del Secretariado Diocesano, ex dirigentes diocesanos, dirigentes de centros, cursillistas de colores, nuevos y nuevas cursillistas, amigos todos:
Sean mis primeras palabras para trasmitirles a los dueños de casa -el Centro de Curacautín- un saludo del Secretariado Diocesano del Movimiento de Cursillos de la Diócesis San José de Temuco, como asimismo a todos los cientos de cursillistas de diversos centros de la Diócesis que hoy participan de la celebración de esta Ultreya anual.
Por cierto, deseamos que ésta sea todo un éxito en cuanto a formación, encuentro social fraterno y alimento espiritual.
A juzgar por la cantidad de gente que ha llegado a esta ciudad y al espíritu de camaradería y alegría que nos anima, sin duda la jornada de hoy será muy exitosa.

Entremos en materia:

Me han solicitado, luego que ofreciera un tema similar en la Escuela de Dirigentes en Temuco, que asuma la entrega del tema “La misión del cursillista hoy a la luz de Aparecida, lo que he aceptado gustoso, puesto que me parece un tema central en el carisma y objetivos de nuestro movimiento y porque además, me parece muy pertinente y oportuno dado que recoge la temática y lema de la reciente V Conferencia Episcopal General de América Latina y el Caribe, celebrada este año en Aparecida, Brasil: “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida.”
Dado esto es que he resuelto iniciar el tema partiendo precisamente por contarles acerca de qué es esto de una V Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe; cuál fue su temática y cuál es el llamado que los obispos latinoamericanos y del Caribe nos hacen a los laicos y a los movimientos de iglesia para los próximos años.

Las Conferencias Episcopales.

En Latinoamérica se han desarrollado a la fecha cinco Conferencias Episcopales Generales:
Rio de Janeiro julio - agosto de 1955
Medellín agosto-septiembre de 1968
Puebla enero - febrero de 1979
Santo Domingo octubre de 1992
Aparecida mayo de 2007

1. Rio de Janeiro, 1955
El objetivo fundamental del encuentro fue reflexionar sobre la escasez de clero -especialmente de sacerdotes- lo que impedía a la Iglesia realizar adecuadamente sus tareas pastorales y responder a los nuevos desafíos que planteaba la realidad latinoamericana.
La Conferencia Episcopal solicita a la Santa Sede Apostólica, la creación de un Consejo Episcopal Latinoamericano, el CELAM. (aprobado).



2. Medellín, 1968
Su intención era propiciar un "aggiornamento" de la Iglesia Latinoamericana, mediante la aplicación del espíritu y las orientaciones del Concilio Vaticano II a la realidad del continente latinoamericano.
Medellín es un momento decisivo en la vida de la Iglesia latinoamericana, que por primera vez tomó conciencia de la gravísima situación de injusticia social a la que, con voz profética, criticó como una situación de "violencia institucionalizada".
Este encuentro significó un profundo cambio en la comprensión de su tarea evangelizadora en esta parte del mundo y de sus proyecciones para la Iglesia Universal.

3. Puebla, 1979
"Evangelización en el Presente y en el Futuro de América Latina" nos dice:
"Puebla constituye una larga meditación sobre la Iglesia, en relación con su gran interlocutor: el mundo latinoamericano.
Puebla pasará a la historia como el momento culminante en que la Iglesia Latinoamericana anuncia su opción preferencial por los pobres concretos de este continente subdesarrollado.
Puebla llama a la Iglesia, y especialmente a los laicos, a construir una nueva civilización.
Se trata de una nueva sociedad fundada, según Juan XXIII, en la verdad, en la justicia, en el amor, en la libertad. Pablo VI la llamó civilización del amor. Juan Pablo II se refiere a ella como una civilización del trabajo que tiene prioridad sobre el capital.
En el Documento de Puebla esta sociedad puede denominarse de la comunión y de la participación.

4. Santo Domingo, 1992
El tema central de Santo Domingo fue la Nueva Evangelización.
Hablar de una nueva evangelización es reconocer que hubo una antes, sin que esto signifique que ella no haya tenido valor. Ocurre que hoy nuestra Iglesia enfrenta nuevos desafíos, nuevas interrogantes y vive una nueva cultura que exige respuestas nuevas.
No se trata de proponer un nuevo Evangelio; hay un solo Evangelio en el cual debemos descubrir nuevas luces para iluminar problemas nuevos.
En Santo Domingo se interioriza la convicción de que la promoción humana forma parte integral de la tarea evangelizadora.

5. Aparecida, 2007
Llegamos en este rápido recorrido a la V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del caribe, celebrada en mayo de este año en Aparecida, Brasil.

Por qué se llama Aparecida?
La respuesta a esta interrogante la encontramos en la siguiente historia que les voy a relatar:

Nuestra Señora Aparecida. Patrona de Brasil.
Esta es la hermosa historia del Santuario de Nuestra Señora Aparecida. Historia que como todos los acontecimientos divinos nacen de modo muy sencillo: en este caso, el hallazgo de una imagen rota de la virgen por parte de unos pescadores.
El Santuario de Nuestra Señora Aparecida, Patrona de Brasil, se encuentra situado en el Estado de Sâo Paulo, al suroeste de esta nación sudamericana. Este santuario es conocido como "Capital de la fe" y también como "Capital mariana del país".
Para conocer la historia de este importante santuario mariano es necesario retroceder algunos años en la historia.
Estamos en el año 1717. El gobernador de la capitanía de Sâo Paulo, Don Pedro de Almeida, está haciendo un viaje hacia el Estado de Minas Gerais siguiendo el camino del Valle del Paraíba. Para la alimentación del gobernador y su comitiva habían pedido a los pescadores del lugar que reunieran la mayor cantidad de peces que pudieran.
Los pescadores, entre los que estaban Domingo Martins, Juan Alves y Felipe Pedroso, tomaron sus canoas, se dirigieron al Río Paraíba y comenzaron a trabajar llenos de entusiasmo. Lanzaban las redes una y otra vez pero era inútil. No conseguían pescar nada. Navegaron unos seis kilómetros río arriba, hacia el puerto de Itaguassú. Echaron nuevamente las redes y lo único que sacaron fue una figura de cerámica, cubierta de barro y sin cabeza. Al lanzar las redes nuevamente, apareció la cabeza y entonces descubrieron que se trataba de la imagen de Nuestra Señora de la Concepción. Una vez colocada la imagen en su canoa, la pesca fue tan abundante, que aquellos hombres regresaron a puerto llenos de temor, porque su frágil embarcación parecía hundirse, incapaz de sostener el enorme peso de la pesca.
No se sabe cómo la pequeña imagen de solo 36 centímetros fue a parar al río, pero sí se conoce a su autor, Frei Agostino de Jesús, un monje carioca de Sao Paulo que trabajaba el barro con arte y refinamiento. La imagen que fue moldeada hacia el 1650, permaneció sumergida en el Paraíba por muchos años, hasta perder su policromía original y quedar de un brillante color castaño oscuro.
Felipe Pedroso conservó esta imagen en su casa, junto a Lorenzo de Sá por unos seis años. Se organizaron allí rosarios y novenas.
Pronto comenzaron a suceder prodigios extraordinarios y la fama de la Virgen empezó a ser conocida espontáneamente. El número de peregrinos que venían de los poblados cercanos creció mucho y la capillita de Itaguassú ya era insuficiente.
Entonces el P. José Alves, vicario de la parroquia de Guaratinguetá mandó construir una capilla más grande en el Morro de los Coqueiros, que estaba más cerca de la parroquia. El templo se inauguró el 26 de julio de 1745 bajo la invocación de Nuestra Señora Aparecida y dos años después surgió en torno a él un pequeño poblado.
El número de peregrinos siguió creciendo de modo extraordinario y la devoción se extendió por todo Brasil. Muy pronto comenzaron a dedicarse capillas e Iglesias a nuestra Señora Aparecida y por todas partes era invocada como Madre y Patrona.
En 1852 se hizo una nueva construcción y más tarde otra en 1888.
La Virgen morena se presenta a la veneración de los fieles recubierta por un rígido manto de gruesas telas ricamente bordadas, que sólo permiten verle el rostro y las manos, que une sobre el pecho en continua oración. Porta la corona imperial, de oro y piedras preciosas, con la que fue coronada reina de Brasil por el Papa Pío X en el 1904. En 1908 el templo fue elevado a la categoría de Basílica menor. El 16 de junio de 1930 el Papa Pío XI declaró a Nuestra Señora Aparecida, Patrona del Brasil y el día de su fiesta, el 12 de octubre ha sido declarado feriado nacional.
En 1946 se comenzó la construcción de la actual Basílica.
Juan Pablo II visitó a la Virgen Aparecida en su santuario el 4 de junio de 1980, concediéndole el título de Basílica. Unos días antes, un individuo lanzó al suelo la imagen fraccionándola en muchos pedazos. Quiso así parar el gozo de la celebración que se esperaba. Pero el amor y el cuidadoso trabajo de varios artistas y expertos logró reconstruirla perfectamente y la Virgen Aparecida retornó a su nicho en la basílica en medio de la enorme multitud que la aclamaba por madre del Brasil. El odio jamás vencerá sobre el amor de la Madre de Dios quien nunca abandona a sus hijos.

He aquí pues un resumen de la historia de la Virgen Aparecida, de cómo llegó a ser Patrona del Brasil y de la construcción de su Basílica.
Ahora que ya conocemos la Historia de la Virgen de Aparecida comprendemos por qué en dicho lugar se fue desarrollando un poblado y se construyó la Basílica. Así también comprendemos por qué allí precisamente se realizó esta importante reunión general de los obispos de América Latina y el Caribe, con asistencia a su inauguración de S.S. el Papa Benedicto XVI.

El lema de esta V Conferencia General Episcopal de este año fue:

“Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida”
Por esto es que he considerado muy pertinente que el tema para que ustedes reflexionen durante parte de este día, a su regreso, en sus casas, en sus comunidades, en sus ambientes, sea precisamente el de plantearnos si somos verdaderamente discípulos.
Veamos que dice nuestro Diccionario oficial al respecto:

Etimología:
"disco" o "discere" = aprender y “puellus” = niño
"discipulus" = el que aprende
RAE primera acepción:
“Persona que aprende una doctrina, ciencia o arte bajo la dirección de un maestro” (Preguntar)
RAE segunda acepción:
“Persona que sigue la opinión de una escuela, aun cuando viva en tiempos muy posteriores a los maestros que la establecieron.”
(Preguntar )
Además del tema de ser discípulos y buenos discípulos, el lema de la V Conferencia y el título de esta presentación nos plantean la necesidad de preguntarnos por otro concepto, el concepto misión, misionero.

¿Cuál es la misión del cursillista hoy?
Recurramos nuevamente a la Real Academia Española para ver qué nos dice sobre este concepto:
Misión (Del lat. missĭo, -ōnis).
1. Acción de enviar. 2. Poder, facultad que se da a alguien de ir a desempeñar algún cometido.
Misionero
1. Perteneciente o relativo a la misión que tiene por objeto predicar el Evangelio.
2. m. y f. Persona que predica el Evangelio en las misiones.
3. m. Eclesiástico que en tierra de infieles enseña y predica la religión cristiana

Como cristianos conversos y poseedores de la vivencia del Cursillo, contamos con el poder y la facultad para desempeñar nuestro cometido o misión principal: “llenar de Evangelio nuestros ambientes”.
Les recuerdo textualmente lo que se señala como definición del movimiento en Ideas Fundamentales del MCC., n. 74. “El MCC es un movimiento de Iglesia que, mediante un método propio, hace posible la “vivencia y la convivencia” de lo fundamental cristiano, ayuda a cada persona a descubrir y responder a la propia vocación personal y promueve la creación de grupos de cristianos que fermenten de evangelio los ambientes”. (Ésa es nuestra misión).
Además es bueno recordar también que la característica del Movimiento de Cursillos es principalmente la de compartir una fe vivida para difundirse. (Aquí hay otra patita de la misión).

En lo que sigue, examinaremos algunas de las frases tomadas del Documento Conclusivo de la V Conferencia General Episcopal de Aparecida.

¿Qué nos dice el Papa y los obispos a los laicos integrantes de movimientos y particularmente a nosotros los cursillistas?
Acerca de los fieles laicos, el Texto Conclusivo de Aparecida señala lo siguiente:
“…su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que, con su testimonio y su actividad, contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio.” (210 en pág. 129).
Sobre los laicos pertenecientes a movimientos el Papa señala:
“Muchos de vosotros pertenecéis a movimientos eclesiales, en los que podemos ver signos de la multiforme presencia y acción santificadora del Espíritu Santo en la Iglesia y en la sociedad actual. Estáis llamados a llevar al mundo el testimonio de Jesucristo y hacer fermento del amor de Dios en la sociedad” (pág. 23, Discurso Inaugural)

El Documento de Aparecida también se refiere a los movimientos:
Los nuevos movimientos y comunidades son un don del Espíritu Santo para la Iglesia. En ellos, los fieles encuentran la posibilidad de formarse cristianamente, crecer y comprometerse apostólicamente hasta ser verdaderos discípulos misioneros.” (311 en pág. 171).

Más adelante,
Los movimientos y nuevas comunidades son una oportunidad para que muchas personas alejadas puedan tener una experiencia de encuentro vital con Jesucristo y, así, recuperen su identidad bautismal y su activa participación en la vida de la Iglesia.” (312 en pág. 172).

Acerca de nuestro compromiso como discípulos y misioneros:
“Todos en la iglesia estamos llamados a ser discípulos y misioneros. Es necesario formarnos y formar a todo el pueblo de Dios para cumplir con responsabilidad y audacia esta tarea.” (Pág. 27 Mensaje Final)

“Desde el cenáculo de Aparecida nos disponemos a emprender una nueva etapa de nuestro caminar pastoral declarándonos en misión permanente.” (Pág. 28 Mensaje final)
“Seamos misioneros del Evangelio no sólo con la palabra, sino sobre todo con nuestra propia vida, entregándola en el servicio, inclusive hasta el martirio.” (Pág. 29 Mensaje Final)

Por si todavía no sabemos dónde debemos desempeñar esa labor de discípulo y particularmente de misioneros, el documento de Aparecida nos lo señala de forma muy clara:
“El ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la política, de realidad social y de la economía, como también el de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional y otras realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento.” (210 en pág.129).
“Los discípulos y misioneros de Cristo deben iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social”… “La realidad actual de nuestro continente pone de manifiesto que hay una notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas.” (502 en pág. 253).

En este recuento de citas de lo que nos dice Aparecida a los laicos comprometidos y a los miembros de movimientos, quiero finalmente leerles un trozo de la intervención del arzobispo Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, pronunciada el miércoles 16 de mayo de 2007 en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

“Desde los años ochenta también se difunden con vigor en América Latina los nuevos y muy diversos movimientos y comunidades eclesiales, con los "Cursillos de Cristiandad" como precursores. Sea Juan Pablo II como Benedicto XVI los consideran "providenciales" en cuanto riqueza carismática, educativa y misionera para bien de la Iglesia y los pueblos. De ellos mucho se puede aprender en cuando métodos, caminos y escuelas de formación y acompañamiento de discípulos y misioneros del Señor. Considero que los movimientos y nuevas comunidades que han surgido bajo el influjo del Espíritu Santo…son un verdadero signo de esperanza. Éstos han ofrecido a Latinoamérica un fuerte impulso misionero y una gran fantasía misionera en la presentación del anuncio de Cristo y en la formación en la fe, cooperando con fidelidad a la misión de la Iglesia no sólo en América Latina sino en el mundo entero. Los movimientos por lo tanto, no son un "problema" - como a veces se escucha repetidamente -, sino más bien un don y como don ha de ser acogido en las Iglesias locales. El Papa Benedicto XVI insiste que "las Iglesias locales y los movimientos no son opuestos entre sí, sino que constituyen la estructura viva de la Iglesia" [3] y por tanto exhorta a los pastores a "salir al encuentro de los movimientos con mucho amor" [4].”

Queridos hermanos:
Queda claro que los laicos, así como los sacerdotes, es decir todo el pueblo de Dios somos fundamentales para el desarrollo de la Iglesia.
También queda claro que nosotros los laicos debemos desarrollar nuestra tarea de evangelización, es decir, nuestra tarea de dar a conocer a Cristo y llevar su buena noticia en medio de la sociedad en la que vivimos.
Así entonces, para cumplir nuestra tarea y la tarea que el Señor nos pide y que la iglesia requiere, no debemos encerrarnos en la Parroquia, en la Capilla e influirnos cristianamente entre nosotros, que ya le conocemos. Si participamos de la Parroquia y sus actividades, santo y bueno; pero no es esa nuestra principal tarea de conquista, de difusión del mensaje ni por supuesto de evangelización y compromiso con nuestro Maestro. Él nos ha enviado a difundir la buena nueva al mundo, al mundo real, al del trabajo, al de la familia, al de los desvalidos, de los pobres de espíritu, al de la empresa, de la economía, de la juventud, de la política, de la construcción, del agro, de la salud, de la educación, de los ancianos, etc. y más aún, en forma particular a nosotros se nos ha pedido que en todos ésos, que de seguro son nuestros ambientes, busquemos personas que sean líderes para que vivan la experiencia de cursillo y luego vuelvan a sus ambientes a fermentarlos de Evangelio y a transformar a otros hermanos, a otros líderes y consiguientemente a las estructuras, para el logro de un mundo más justo en el que se viva el Amor de Dios.
Lo anterior, como también nos queda claro no se realiza sólo con la predicación. La buena nueva, la alegría de ser hijos de Dios, nuestro sentido de la trascendencia no se comunica sólo con palabras, sino especialmente con nuestra vida, con nuestros hechos, con nuestras acciones, en la forma que enfrentamos la vida entera, con sus problemas, alegrías, sufrimientos, desazones, logros, tristezas, éxitos y fracasos.
Lo que verdaderamente se comunica no es lo que se dice, sino lo que se hace, lo que se vive y sobre todo cómo lo vivimos.
Los laicos tenemos que sentirnos corresponsables en la edificación de la sociedad, según los criterios del Evangelio, con entusiasmo, alegría, compromiso, audacia, en comunión con nuestros pastores.
En nuestro caso, por ejemplo, somos, con mi esposa, misioneros a partir de nuestra propia familia. El Señor quiso que nuestra tercera hija, María Constanza, fuera una niña deficiente, con parálisis cerebral. Al nacer, los médicos pronosticaron una vida breve, de un par de años. Hoy tiene 18 años, camina tambaleante, no habla, pero se comunica con todos nosotros, es feliz, es nuestra guagua permanente, es nuestra inyección de vida, es un alma pura, transparente, inocente.
Ella y el entorno familiar que hemos creado, las labores que desarrollamos, (cocinar de noche por ejemplo para que no ocurra un accidente con su nana) las postas y reemplazos que debemos realizar para cuidarla, (por sus limitaciones no puede quedar sola nunca) han provocado muchas veces un impacto tal en las personas que nos conocen más de cerca o que han visitado nuestra casa y que se enteran que vivimos con este angelito, que se han preguntado de dónde viene nuestra alegría, nuestra fortaleza, nuestras ganas de vivir.
Nuestra hija y su entorno (padres y hermanas) se han convertido desde su fragilidad y desde esta “deficiencia” en los mejores misioneros del Señor para con todos quienes constituyen nuestro entorno familiar, social y profesional.
Una aparente tragedia, una niña “deficiente”, una pena y una desgracia para otros, se ha convertido en nuestra máxima alegría y en el instrumento de comunicación de la Buena Nueva a quienes nos rodean en nuestros ambientes familiares, sociales y laborales.
“Dios no te prometió días sin dolor, risa sin tristeza, sol sin lluvia, pero Él sí prometió fuerzas para cada día, consuelo para las lágrimas y luz para el camino”.
Jesús nos ha elegido a todos los que estamos aquí hoy en Curacautín, como sus discípulos y, por consiguiente, misioneros, a pesar de todas nuestras imperfecciones. De hecho, fuimos al cursillo porque Él quiso que fuéramos para que le conociéramos, para que lo siguiéramos, para que fuéramos sus discípulos y para enviarnos con una misión clara y definida de regreso a nuestros ambientes.
Discípulo y misionero es un binomio inseparable. No se puede ser misionero en el vacío o desde el vacío. Para serlo es imprescindible que primero desarrollemos la vocación de ser sus discípulos, que conozcamos a nuestro Maestro, que conozcamos sus enseñanzas, que estudiemos, que nos formemos, que estemos con Él. Recién entonces podremos actuar en consonancia, actuar considerando sus criterios. En ese momento comenzaremos a ser misioneros de la Verdad.
En Aparecida nuestros obispos nos invitan a retomar el llamado de discípulos y misioneros para reencantar a nuestra sociedad, reencantándonos nosotros primero.

Queridos amigos:
Renovemos hoy, en la alegría de esta fiesta comunitaria, nuestro compromiso de ser discípulos y misioneros del Señor en este mundo de aquí y de ahora.
Recordemos que el éxito que buscamos siendo discípulos y misioneros del Señor no es el de nosotros, no es el nuestro; sino el del Maestro.

Muchas gracias.

Dos preguntas para la reflexión final:

¿Soy un buen discípulo (seguidor, aprendiz) de las enseñanzas de mi Maestro?

¿Cómo estoy desempeñando mi misión de cursillista en mi o mis ambiente(s) reales?

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